Uno de los cuidados básicos para preservar sana la epidermis, y que además esté firme y luminosa, es beber agua. Dentro de nuestros cuidados de belleza, mantener la piel cuidada es una de las principales prioridades.
Invertimos en cremas, mascarillas, sérums y cualquier producto cosmético que nos ayude a conservar fresca y radiante nuestra epidermis. Puede que nos preocupe envejecer, perder elasticidad y que empiecen a notarse en nuestro rostro las señales del paso del tiempo: arrugas, tirantez, flacidez, manchas…
Pero cuando hablamos de pieles correctamente hidratadas, no nos referimos sólo a aquéllas a las que aplicamos diariamente cremas o mascarillas hidratantes, si no a pieles que reciben la hidratación adecuada por debajo de la dermis, a nivel celular interno.
Si nuestra piel no recibe la cantidad de agua adecuada pueden aparecer señales de deshidratación en ella: sequedad, rigidez, dureza, falta de luminosidad.
Y es que un cuerpo bien hidratado, el que recibe los dos o tres litros de agua diarios, mantiene saludable todo el organismo, incluida la piel, ayudándola a mantener su tonicidad y su función de barrera protectora al mantener a raya a los agentes externos nocivos.
Por eso, beber agua es vital para nuestra piel. Para que se mantenga elástica y firme, el contenido de agua de la capa córnea debe oscilar entre el 10 y el 20%. Siempre que se baje de este porcentaje, la piel se volverá frágil y áspera.
Bebida perfecta para el cuidado de la piel
El Agua Mineral Natural es la bebida perfecta para ayudarnos a cuidar nuestro organismo y, por añadidura, nuestra piel. Es un agua totalmente natural, sana desde su origen, la naturaleza, y que no recibe tratamientos químicos como el cloro, ya que no necesita ser desinfectada. Nos aporta todos los beneficios minerales de la naturaleza y una composición constante e inimitable.
Además es un producto alimentario único, 100% fiable y seguro. Un agua pura que nos ayuda a mantener el equilibrio interno, ya que actúa como hidratante y transportador de nutrientes y otras sustancias por el organismo, que da el soporte necesario para toda la actividad celular.
Si nuestra piel no recibe la cantidad de agua adecuada pueden aparecer señales de deshidratación en ella: sequedad, rigidez, dureza, falta de luminosidad. En función del grado de deshidratación, los daños pueden ser aún mayores.
Además, en estas épocas ya casi estivales, en las que mostramos más la piel de nuestro cuerpo en parques, playas y piscinas, debemos prestar especial atención a su cuidado y protegerla de los rayos ultravioleta, evitando sobreexponerla al sol y aplicando sobre ella protectores solares.
Así que ¡cuida tu piel! hidratándola por fuera y por dentro. Y recuerda que con el verano y las altas temperaturas, beber agua adquiere una importancia aún mayor que en otras épocas del año. Disfruta del buen tiempo pero con cabeza, y podrás seguir presumiendo de tener una piel sana y perfecta.