Si bien nunca debemos bajar la guardia, sea la época que sea, cuando llega el verano nuestros esfuerzos se deben redoblar, puesto que la temperatura ambiental aumenta y, por consiguiente, también la pérdida de agua en el organismo de los niños.
El cuerpo humano pierde agua a través de la orina, de los pulmones y de la piel, en este último caso mediante la sudoración, obviamente, en verano, al realizar cualquier tipo de ejercicio se suda más, debido a que hace más calor y nuestra temperatura corporal se incrementa, aumentando con ello el gasto calórico de manera proporcional.
Para contrarrestar ese exceso de temperatura, se produce una producción de sudor mayor, que pretende disipar ese calor. La cantidad de sudor que se genera depende también de la humedad ambiental, y el tipo de tejido o la cantidad de ropa que lleve el niño.
En verano aumentan las necesidades hídricas de los niños porque pasan mayor número de horas al sol y juegan más al aire libre.
Además, en verano aumentan las necesidades hídricas de los niños porque pasan mayor número de horas al sol y juegan más al aire libre en el parque, en la playa o en la piscina. Son actividades que van acompañadas de un mayor ejercicio físico, lo que es muy sano y siempre debemos fomentar, pero que hace que aumente su producción de sudor. Por eso debemos recordarles que deben beber y ofrecerles agua más a menudo.
El Doctor Isidro Vitoria Miñana, pediatra del Hospital La Fe de Valencia lo expresa muy claramente: “cuando llega el verano hay que pensar más en la hidratación de nuestros niños. La temperatura ambiental es mayor, los niños están más tiempo al aire libre y tienen mucha mayor actividad física”. Por eso, necesitan beber más agua en verano para no deshidratarse.
¿Cuánta agua necesita el niño?
En el primer año de vida del niño, el 60-74% de su peso corporal es agua; de los 1 a 12 años suele ser del 60%; y de los 12 a 18 años, un 56 o 59% (según sea del sexo femenino o masculino).
Como puedes comprobar por estas cifras, los adultos y sobre todo los niños, somos agua y debemos reponer rápidamente toda aquella que perdamos para mantener adecuadamente en marcha nuestro organismo.
Para lograrlo, el niño debe beber una cantidad adecuada de agua diariamente, que oscila entre 0,6 litros en el primer año de vida y los 1,8-2,6 litros en la adolescencia. Cuanto más pequeño es el niño, menor capacidad de expresar el deseo de la sed, por lo que le ofreceremos agua de continuo sin forzarles, pero procurando que ingieran la necesaria.
De ahí que los padres en las épocas veraniegas debamos vigilar aún más que nuestros hijos mantengan un nivel de hidratación correcto, y recordemos la importancia del Agua Mineral Natural como bebida en la infancia. Un agua sana y natural que debe acompañar al niño, tanto en las comidas como fuera de ellas, como parte de una estrategia de hábito que les llevará a mantener una vida saludable.
Así que, este verano mete en tu bolso, en sus mochilas o en la bolsa de la playa, unos botellines de Agua Mineral Natural y te asegurarás de que estés donde estés, tus hijos estarán bien hidratados. ¿Lo haces ya?