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La importancia de la hidratación para evitar el golpe de calor

El verano suele ser esperado por todos por las vacaciones, las salidas al aire libre, los baños, etc., pero los días de alta temperatura y humedad (ola de calor) pueden transformarse en un gran riesgo para la salud, por lo que debemos estar informados y atentos para evitar que esto nos afecte.

Por lo tanto, prestar una especial atención a qué es el golpe de calor y a sus síntomas para reconocerlo, es de suma importancia.

Qué es el golpe de calor

El golpe de calor es el incremento de la temperatura corporal como consecuencia de una exposición prolongada al sol, a altas temperaturas o a la realización de un esfuerzo físico intenso en ambientes calurosos, muy húmedos o con poca ventilación.

Ante estas situaciones, el cuerpo sufre importantes pérdidas de agua y tiene dificultades para regular su temperatura por los mecanismos habituales como la sudoración, produciéndose, como consecuencia, un aumento de la temperatura corporal.

Cuando el cuerpo alcanza una temperatura de más de 40 °C (durante periodos de 10 ó 15 minutos), estos mecanismos reguladores del calor, quedan superados y entran en shock, produciéndose entonces, el temido golpe de calor.

En España, es frecuente que estos episodios ocurran en los meses de junio, julio y agosto, cuando se superan los 40 °C de temperatura. Los golpes de calor son más frecuentes al comienzo de una ola de calor, dándose en las primeras 24 ó 48 horas. Esto se debe a que el cuerpo aún no ha puesto en marcha los mecanismos de aclimatación.

Pero ojo, porque el Golpe de Calor puede presentarse en el momento, o después de varios días de la exposición a altas temperaturas.

Por qué se produce un golpe de calor

Es cierto que el calor influye de manera negativa a la hora de producirse en nosotros un golpe de calor, sobre todo en zonas donde el calor es húmedo, como la costa o la playa, y que la humedad ayuda a que la temperatura de nuestro cuerpo aumente sin darnos cuenta.

La falta de hidratación es otra de las causas que lo provoca, por lo que unido a lo anterior, es muy importante que dotemos al organismo del agua necesaria para poder hacer frente a ese calor y manteniendo una sudoración constante para controlar la temperatura corporal.

Realizar esfuerzos físicos en las horas de más calor es también otra de las principales causas del golpe de calor, por ello es necesario que no realicemos actividades físicas o prácticas deportivas intensas en las horas centrales del día, ya que la temperatura corporal aumentará y la sudoración no será suficiente para regular la temperatura interna del cuerpo.

Las olas de calor repentinas

Pueden ser otra de las causas del golpe de calor, ya que el organismo necesita un período para acostumbrarse a la temperatura. Si de un día a otro aumenta rápidamente la temperatura del exterior, existe un riesgo elevado de padecer un golpe de calor. Por ello, en estos casos, debemos garantizarnos un equilibrio hídrico adecuado y constante, tomando la cantidad necesaria de agua (entre 2 y 2,5 litros al día como mínimo), a intervalos regulares, procurando beber despacio y a pequeños sorbos, y permanecer en lugares frescos y alejados del calor para adaptarnos poco a poco.

Además de originarse por la exposición a un ambiente con temperaturas altas y por realizar ejercicio físico, también aumenta el riesgo de sufrirlo el tener fiebre o ciertas enfermedades y, aún en ambientes húmedos, se puede presentar a partir de la deshidratación, ingesta de medicamentos, alteraciones en los mecanismos de sudoración o el uso de ropa excesiva.

Cuáles son los síntomas del golpe de calor

Es fundamental saber cuáles son los síntomas de un golpe de calor para poder reaccionar a tiempo de la forma adecuada, ya que es una situación de peligro que puede ser muy grave, especialmente en personas mayores, embarazadas, bebés y niños pequeños, ya que son los principales grupos de riesgo para sufrir un golpe de calor.

En el primer nivel, los síntomas habituales de un golpe de calor son:
  • Piel enrojecida, caliente y seca
  • Sed intensa y sequedad en la boca
  • Sudoración excesiva
  • Sensación de calor sofocante
  • Temperatura mayor a 40 °C

Estos síntomas son los primeros indicios de alerta de que nuestro organismo puede estar sufriendo un golpe de calor, ya que puede suponer la pérdida de agua entre el 1 y el 5% de nuestro peso corporal.

En el segundo nivel, surgen otros síntomas como:
  • Debilidad muscular y calambres
  • Dolor de cabeza y mareos
  • Orinar poco
  • Anhidrosis (ausencia de sudor)
  • Pulso fuerte y acelerado
  • Dolor de estómago y falta de apetito

Estos síntomas nos indican que nuestro organismo ha perdido entre un 6 y un 8% de “nuestro agua corporal”.

El tercer nivel es ya una situación de gravedad que exige una reacción inmediata, ya que de lo contrario puede llegar a producirse un colapso. Por tanto, es importante estar alerta ante los siguientes síntomas:
  • Hiperventilación
  • Agotamiento
  • Nauseas o vómitos
  • Estado de confusión y desorientación
  • Pérdida de conciencia, delirio o convulsiones
  • Desmayo o incluso coma
La importancia de la hidratación ante un golpe de calor

Estos síntomas nos están indicado que el organismo ha perdido entre un 9 y un 11% de “nuestro agua corporal”.

Grupos y situaciones de mayor riesgo de golpe de calor

Cualquier persona puede ser víctima de un golpe de calor ya que la temperatura a la que se puede producir varía de un individuo a otro, pero no obstante, hay personas que tienen mayor riesgo de sufrirlo dependiendo de diversos factores como: la edad, el sexo, la intensidad y duración de las actividades físicas que realicemos, las altas temperaturas y la humedad ambiental, así como, la tasa de sudor individual de cada persona.

Todos estos factores condicionan la cantidad de agua que deberíamos beber diariamente, hasta el punto de llegar a incrementarse entre dos y seis veces la necesidad hídrica diaria de nuestro organismo.

Por lo tanto, se debe tener especial cuidado con los grupos de mayor riesgo, por ser los más vulnerables.

Cómo prevenir un golpe de calor

Es importante seguir estas recomendaciones de los expertos para combatir y evitar que se produzca un golpe de calor:

  • Ante altas temperaturas, y en especial cuando se prevén olas de calor, evita realizar comidas copiosas, sigue una dieta equilibrada rica en vegetales, frutas y verduras. Además, beber 1 ó 2 vasos de agua en las principales comidas, te ayudará en la absorción de los nutrientes y las vitaminas necesarias para el buen funcionamiento del organismo, y así rehidratarte y recuperar el agua perdida durante el día.
  • En circunstancias normales, perdemos en torno a 2 litros y medio de agua al día por la sudoración, respiración, etc. Esta cantidad puede incrementarse con altas temperaturas, por ello, en situaciones de calor, debemos beber más agua durante todo el día, de forma constante, y sin esperar a tener sed, ya que esta sensación es ya un síntoma de alerta de nuestro organismo para indicarnos que la deshidratación ha comenzado.
Lleva una botella de Agua Mineral Natural siempre contigo. Tenerla cerca nos recordará que tenemos que tomar agua periódicamente.
  • En las horas de calor más intenso, es aconsejable permanecer en casa o en lugares frescos o a la sombra. En casa, mantén las ventanas, estores o toldos bajados mientras la temperatura exterior sea superior a la interior del lugar donde nos encontremos. Es conveniente abrirlas de noche, cuando refresca, para ventilar. Si permaneces varias horas en lugares con aire acondicionado, recuerda que puede incrementarse la pérdida de agua y tener una menor percepción de sed.
  • En épocas estivales, el golpe de calor o estrés térmico resulta especialmente peligroso en los trabajos al aire libre, como en la construcción, la minería, la agricultura, la siderurgia, la pesca, la logística, el transporte, etc. Unos correctos hábitos de hidratación pueden prevenir muchos accidentes laborales y evitar que las pérdidas de agua, por el sudor y el esfuerzo intenso, sean superiores a la ingesta, produciéndose un déficit de agua corporal (deshidratación).

Por ello, es importante  planificar las tareas más pesadas en las horas de menos calor, y evitar trabajar solo. No es conveniente que trabajes sin camisa bajo el sol, dado que ésta retiene la humedad, disminuye la perdida de líquidos y, además, protege la piel de quemaduras. También es conveniente aumentar la frecuencia de las pausas de recuperación (cada media hora o cada hora como mínimo), estas pausas se deben hacer en lugares a la sombra o frescos, y aprovecharlas para rehidratarnos.

  • Si sales a caminar, correr o practicar cualquier deporte al aire libre en días con altas temperaturas y humedad, es conveniente cambiar la estrategia de entrenamiento para bajar la intensidad y/o la duración, así como establecer descansos más frecuentes y prolongados, usar vestimenta ligera y de colores claros, además de buscar los lugares más frescos y evitar la práctica del ejercicio cuando las condiciones son excepcionalmente calurosas y húmedas.
¡Recuerda!

Y recuerda: debes tomar 500 ml de agua una o dos horas antes de iniciar la actividad, entre 100 y 200 ml durante el desarrollo de la misma, cada 20 ó 30 minutos de forma sistemática, o no pasar más de 10 km sin hidratarte, y, una vez finalizada la actividad, es recomendable beber 1,5 l de agua por kilo de peso corporal perdido.

  • Evita la exposición directa a los rayos del sol, sobre todo en las horas centrales del día. El sol intenso es uno de los factores externos que más facilita la evaporación de agua de nuestro organismo. ¡No dejes que tu piel y tu organismo se sequen por dentro!
    Beber frecuentemente agua mineral te ofrecerá la garantía y la seguridad de hidratarte de forma sana y natural a lo largo de todo el día, vayas donde vayas.
  • Acostúmbrate a beber agua antes de salir de casa y a llevar siempre contigo una botella de Agua Mineral para hidratarte en cualquier momento y lugar, con todas las garantías de un agua pura de origen, sin tratamientos químicos y con una composición constante en minerales.

No esperes a tener sed, no bebas esporádicamente ni de forma compulsiva para calmarla, y recuerda, bebe de forma regular y a pequeños sorbos.

  • Refrescarse, mojarse cara, manos y nuca, así como ducharse o bañarse puede ayudarte a mantener la termorregulación de tu organismo. Antes de la ducha o el baño, beber un vaso de agua te ayudará a bajar la presión sanguínea.
  • En la calle, o si estás al aire libre, utiliza ropa ligera y de color claro, que atrae menos el sol, y calzado fresco que permita la transpiración y reduzca la sudoración, consiguiendo así una menor pérdida de líquidos. Protégete del sol con una gorra, sombrero o pañuelo y usa gafas con absorción de rayos UV.
  • Emplea crema con filtros solares (a partir de FPS 15) para proteger e hidratar tu piel desde el exterior. Es recomendable aplicarla unos 20-30 minutos antes de la exposición al sol y repetir la aplicación cada dos horas.
Hidrátate desde el interior

Pero no olvides hidratar también tu cuerpo desde el interior, adoptando el hábito de beber entre 2 y 2,5 litros de agua al día, en intervalos regulares (150 ml aprox. cada hora) y a pequeños sorbos. Una adecuada hidratación nos ayuda a humedecer los tejidos del cuerpo, a mantener la capacidad de protección, la resistencia y a preservar la elasticidad de nuestra piel.

  • Si conduces con temperaturas ambientales superiores a los 37 °C, los expertos recomiendan aumentar la ingesta de agua en unos 300 ml por cada grado que aumente. Al volante, ten siempre a mano una botella de Agua Mineral, te permitirá estar constantemente bien hidratado y te ayudará a mejorar tu capacidad de reacción, combatir el cansancio y mantener tu capacidad de reflejos. Y si tu trayecto es de larga distancia, no olvides hacer una pausa cada 200 km o cada 2 horas, para descansar y rehidratarte.
  • Recuerda que las personas mayores necesitan un aporte extra de agua para mantenerse hidratados, ya que la proporción de agua en el cuerpo y la sensación de sed, van disminuyendo con la edad. Un buen hábito para prevenir un golpe de calor es dejarles siempre cerca una botella de Agua Mineral, y recordarles que deben beber agua de forma regular (unos 150 ml cada hora).
  • La hidratación de los más pequeños necesita una atención especial, debido a que todavía no son conscientes de la sensación de sed y además poseen una menor capacidad para expresarla. Por ello, los niños son más propensos a sufrir un golpe de calor que los adultos; asegúrate de que están bebiendo el agua necesaria y evita la exposición prolongada al sol, sobre todo en las horas centrales del día.
  • Durante el embarazo, el umbral de la sed aumenta y es necesario beber más (entre 2,3 y 2,5 litros de agua al día). Además, la temperatura del cuerpo de las mujeres crece de un modo natural como consecuencia de su estado. Por ello, las gestantes son más susceptibles de padecer un peligroso golpe de calor durante los meses de verano.

En este estado y esta época del año, es de vital importancia mantenerse constantemente bien hidratadas y permanecer atentas a los principales síntomas del golpe de calor (dolor de cabeza, mareos, náuseas e incluso vómitos).

  • En los bebés recién nacidos, el sudor no es tan visible porque digamos que «su termostato». El sistema de regulación de su temperatura, aún es inmaduro. Así que debes tener especial cuidado de que estén bien hidratados durante las épocas de más calor.

Cómo actuar cuando ya se ha producido un golpe de calor

El tratamiento del golpe de calor supone una urgencia vital, ya que su mortalidad es menor si se consigue el enfriamiento del paciente lo antes posible. Por ello, es muy importante diagnosticar precozmente el síndrome y sospecharlo en cualquier enfermo con fiebre alta y alteración neurológica.

Debemos bajar la temperatura del afectado hasta los 38 °C. En caso de no conseguirlo en menos de 2 horas, el riesgo de muerte aumenta en un 70%. Si el golpe de calor es reconocido de forma precoz y tratado a tiempo, la mortalidad puede ser mínima.

Si sospechamos que una persona sufre un golpe de calor, hay que ponerse en contacto de forma inmediata con el servicio de urgencia.

Es importante actuar rápidamente y con calma. Hasta que los profesionales acudan, se recomienda:
  • Llevar a la persona afectada a un lugar con sombra y lo más fresco y aireado posible.
  • Tumbarlo boca arriba y con los pies levantados unos 30 centímetros.
  • Retirarle las prendas innecesarias y mantener libres las vías respiratorias.
  • Enfriarle la piel aplicándole compresas o paños de agua fría en cuello, ingles, axilas, abdomen y cabeza. No se deben realizar friegas con alcohol ni administrar antitérmicos.
  • Abanicar al afectado para refrescarle.
  • Se aconseja realizar masajes musculares para estimular la circulación cutánea.
  • Se iniciará la rehidratación y reposición de líquidos por vía oral siempre que el estado de la persona afectada lo permita (debe estar consciente). Debe beber agua despacio y a pequeños sorbos.
  • Todas las medidas anteriores deben suspenderse cuando la temperatura corporal del afectado baja de 38 °C. Y no debe abandonarse nunca al afectado hasta la llegada de la asistencia sanitaria

¿Qué se debe hacer después de haber sufrido un golpe de calor?

Haber sufrido un golpe de calor te hace más sensible a las condiciones calurosas durante más o menos una semana después. Debes tener especial cuidado de no ejercitarte demasiado, evitar exposiciones prolongadas al sol y mantenerte adecuadamente hidratado.

Consúltale a tu médico cuándo puedes volver a realizar tus actividades normales sin que esto represente ningún riesgo para tu salud.

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