Pasar una jornada playera con niños puede no resultar tan relajante y divertido como en un primer momento pensábamos, ya que existen varios riesgos y peligros que la playa conlleva, relacionados principalmente con el sol, el calor y el mar. Pero que nadie se agobie antes de tiempo, teniendo en cuenta una serie de precauciones básicas y permaneciendo atentos, la experiencia puede ser totalmente gratificante y divertida.
La playa es un gran campo de juego para los pequeños que incluye: todo un mundo de interesantes hallazgos, como conchas y caracolas, por descubrir, juegos con palas, pelotas, balones gigantes y colchonetas, arena blandita y modelable, con la que hacer castillos, y por supuesto refrescantes chapuzones en el mar.
Medidas de prevención
La primera medida de prevención que debemos tomar, comienza por elegir la playa adecuada. Lo ideal es escoger una buena playa que cuente con medidas de seguridad, socorrista acreditado, señalización del estado del mar y naturalmente, puesto de socorro, donde puedan atender rápidamente cualquier emergencia.
Por supuesto, indispensable proteger a los niños del sol con una buena crema solar con un factor de protección alto, por encima de 30 siempre, y que preserve de los rayos UVA y UVB. Recordad que la crema hay que aplicarla media hora antes de ir a la playa y extenderla bien por todas las partes del cuerpo. En la cabeza siempre una visera o un gorro que evite insolaciones. La exposición al sol debe ser progresiva, empezando el primer día con cinco minutos, tras los cuales cubriremos a los niños con una camiseta.
No es conveniente que los niños menores de un año vayan a la playa, ni aunque los mantengamos totalmente vestidos y bajo la sombrilla, ya que la arena refleja los rayos solares. Tampoco es beneficioso prolongar la estancia hasta convertirla en una larga jornada de playa intensiva. Es mejor hacer un descanso al mediodía para ir a casa a comer, entre las 12:00 y las 16:00 horas que es cuando el sol es más dañino.
Y tan necesario cómo protegerse del sol, es vigilar la hidratación de los pequeños. La exposición a altas temperaturas puede provocar deshidratación o un golpe de calor. Así que es esencial llevar botellas de Agua Mineral con las que mantener a los niños frescos y bien hidratados. Hay que estar ofreciendo continuamente a los peques agua, aunque no muestren sed, ya que entre los juegos y la excitación playera, los niños se olvidan de beber.
Los niños disponen aún de un sistema regulador interno inmaduro y pueden deshidratarse rápidamente. Lo ideal es que el niño beba pequeños sorbos cada poco tiempo y que el agua no esté excesivamente fría.
El placer de acudir a la playa
Si sigues estos sencillos consejos, podrás disfrutar plenamente de un estupendo día playero con los peques. Al fin de al cabo, ir a la playa es un verdadero placer para ellos, que les aleja de la rutina diaria del resto del año, y les permite experimentar nuevas situaciones en un contexto no habitual.
Los niños pueden correr, brincar y revolcarse en la arena, una superficie ideal para sus juegos, blanda y segura. En ella, puedes poner en práctica infinidad de juegos para jugar juntos, desde los típicos juegos de construcción de castillos con arena, los agujeros excavados y los enterramientos, hasta la búsqueda de “tesoros” (piedras especiales, conchas, palos con formas….), pasando por competir en carreras de carretillas o concursos de saltos de longitud. Sin olvidar las tradicionales palas o los clásicos juegos de puntería, como los aros, la rana, la petanca o el minigolf.
Y después de desgastar energías y acalorarnos haciendo un poco de ejercicio, nada mejor que un bañito en el mar. Los niños chapotearán, se refrescarán y jugarán con las olas, mientras nosotros disfrutamos viéndoles divertirse. Todo un festival de libertad y recreo respirando la saludable brisa marina.